Pre cerámico Temprano: La secuencia prehistórica del Perú comienza sobre el 13000 a.c., con la evidencia de las primeras sociedades de cazadores-recolectores en la sierra de Ayacucho y de Ancash. Las poblaciones que vienen de Norteamérica a través de América Central pueblan el Perú y habitan cuevas habitadas en este periodo, Lauricocha, Pacaicasa, Cueva de Guitarrero, etc.
Pre cerámico Tardío: Este periodo representa un cambio importante con respecto al periodo anterior. El sedentarismo de las poblaciones, el uso extenso del algodón, y el desarrollo de las primeras estructuras monumentales son las características principales del periodo. Las poblaciones comenzarán a asentarse en aldeas permanentes, con chozas o estructuras hechas con caña y barro. En ellas, comenzarán a construir grandes montículos con áreas rituales en la cima.
La domesticación del ambiente (5,000 - 2,000 a.C.)
Con el transcurrir de los años los primeros peruanos fueron aprendiendo los ciclos naturales de los animales y plantas.
Se dieron cuenta que si recogían todos los frutos y semillas de un valle, al año siguiente no habría nada que recoger, de igual manera si procedían a una caza indiscriminada de animales, les sería muy difícil encontrar otros en los años sucesivos.
Hacia el 6,000 a.C. empezó una caza y recolecta selectiva que aseguró a los pobladores del Ande alimentos para las próximas temporadas. Ya no consumían las semillas, solo los frutos o granos maduros, de igual manera ya no se cazaba a todos los animales, sino que dejaban ir a las hembras y a los más pequeños.
Esta revolución condujo años mas tarde al descubrimiento de Agricultura y ganadería y con ello al paso de una nueva secuencia cultural en los Andes.
Hacía el 5,000 a.C. se empezó con al domesticación de plantas como la quinua, las calabazas, el pallar y fríjol. El cuy y la llama principalmente fueron domesticados desde esta época.
Desde el 7,000 a.C. ya se tiene registro en los diferentes estratos de las cuevas y abrigos rocosos de la preferencia en el consumo del hombre por la llama. Se cree que este cambio en la alimentación (camélidos por cérvidos) se debió al descubrimiento de la domesticación de la llama. Este fue un proceso gradual e irreversible, los animales y plantas domesticadas son diferentes a sus ancestros inmediatos, dependiendo cada vez más del hombre para su subsistencia.
La agricultura para estos años era una incipiente recolecta selectiva pero con mayor cuidado del hombre por juntar y sembrar las semillas. Esta actividad supuso que la trashumancia practicada desde hacía miles de años fuera dejada paulatinamente hasta el total sedentarismo del hombre andino. De igual manera este sedentarismo lo obligó a salir de las cuevas y abrigos rocosos para establecerse donde las tierras fueran más fértiles, principalmente valles. Este proceso duro miles de años hasta la aparición de aldeas y centros urbanos (aprox. 3,000 a.C.).
Hacia el año 5,000 a.c. el desarrollo de la horticultura y del pastoreo en la sierra y la explotación de los recursos marítimos en la Costa, determinaron que los campamentos estacionarios se convirtieran en poblaciones definitivas y permanentes.
En la costa la riqueza y permanencia de los recursos marítimos determinaron la sedentarización definitiva de los antiguos seminómadas y su establecimiento en pequeñas aldeas permanentes que se distribuyeron regularmente, a distancias casi constantes, por todo el litoral de la comarca. La población de esas aldeas tempranas no pasaba de 50 a 100 personas, cuya economía, básicamente de índole marítima, se complementaba con el cultivo de las huertas y la explotación de las lomas cercanas.
Las nuevas aldeas se situaron a lo largo del litoral, disminuyendo al mínimo la distancia entre ellas, y luego bordearon las márgenes de los valles, hasta ascender por las estribaciones andinas. Alrededor del 4000 a.c. todo el litoral comarcano estaba poblado de asentamientos que se ubicaban a distancias de 7 Km. a 10 Km. el uno del otro y cuyos habitantes fluctuaban entre las 10 y 20 familias. Williams propone una lista de aldeas tempranas situadas en la ribera marítima comarcana: Ancón, Ventanilla, Punta Márquez, Bocanegra, La Perla, Magdalena, Bajada de Baños, Chorrillos, Chira-Villa, Tablada de Lurín, Pachacámac, Playa Arica, Punta Roca y Curayacu, estas primeras aldeas tempranas estaban constituidas por un grupo de viviendas cuyas casas eran construcciones rústicas, generalmente de un solo cuarto, complementadas por instalaciones destinadas a desecar, hornear o almacenar los productos alimenticios.
Tipológicamente las viviendas eran básicamente de tres clases:
Superficiales: de planta circular de dos metros de diámetro, ligeramente excavadas en el terreno y de forma cónica. La armazón era de huesos de ballena o de caña brava unidos con carrizos y estaba cubierta con haces de juncos, totora o gramalote, atados a la estructura y dispuestos de manera de dejar un pequeño vano de ingreso en uno de los lados de la choza.
Semienterradas: de planta circular o cuadrangular, de tres o cuatro metros cuadrados de área, enterradas hasta un metro de profundidad, con bajas paredes de piedras rústicas asentadas con barro o algas y yuyos marinos chancados. La cobertura era horizontal o inclinada y estaba constituida por hueso, cañas y esteras. El ingreso se producía por un vano lateral y mediante un corto juego de peldaños.
Subterráneas: de planta ovalada o cuadrangular, de área similar a las citadas, excavadas totalmente en el terreno hasta profundidades de 1.8 metros. Los muros de contención eran de piedra sin labrar, a veces rústicamente embarrados y la techumbre era de losas de piedra que formaban una falsa bóveda y dejaban al centro un espacio abierto, susceptible de cerrarse, para ingresar al interior.
El primer tipo debe haberse dado en toda la ribera marítima; en Chilca se han encontrado los restos de una aldea de la época con viviendas similares a las descritas. El Segundo caso es típico de las aldeas erigidas en las estribaciones de los cerros; las viviendas de Punta Márquez en el Chillón o de Carapongo en la margen derecha del Rímac, son ejemplos de este tipo de construcción. El tercer modelo de vivienda se encuentra en terrenos sensiblemente planos ubicados en zonas continentales; en las aldeas situadas en la Tablada de Lurín se tienen los arquetipos de estas unidades habitacionales.
Hacia fines del cuarto milenio a.c., se produce un cambio importante en el patrón de asentamiento de las aldeas tempranas. Aparecen construcciones de función no habitacional, aparentemente destinadas al servicio de necesidades comunales, que se supone anteriores a la construcción de los más viejos templos. La presencia de estos edificios debió ser resultado de la mayor complejidad alcanzada por la vida de la comunidad y de la necesidad de que esta se reuniera para tomar decisiones colectivas o coordinar la realización de obras comunitarias.
El ejemplo más antiguo de una construcción destinada al servicio de la comunidad, lo tenemos en una pequeña aldea situada en Cerro Paloma, cerca de San Bartolo, al sur Lima, conformada por 15 familias (4,334 a.C.), que vivían en rústicas chozas circulares y subsistían de la explotación de los recursos marinos y de los frutos de la horticultura, construyeron el primer edificio comunal del continente y uno de los ejemplos de arquitectura pública más viejos del mundo.
En dicha aldea, a cierta distancia de la zona ocupada por las viviendas, se encuentra un recinto cuadrangular, de aproximadamente 12 metros de lado, excavado en el suelo y estructurado por muros de piedra rojiza que sobresalen del terreno alrededor de 0.30 metros. Se accede al recinto, cuyo piso tiene un desnivel de 1 metro con el de la superficie exterior, mediante dos cortes escaleras, ubicadas en lados opuestos del cuadrado y siguiendo la alineación de uno de los ejes del mismo. Según el Dr. Federico Engel, descubridor de este resto arqueológico así como de muchos otros asentamientos tempranos de la Costa Central, al recinto debió estar techado, posiblemente con esteras soportadas por una estructura de postes y vigas de madera o carrizo y destinado a albergar reuniones comunales, a la manera de una "quihua" o recinto colectivo usado por los indios del sur-oeste de los Estados Unidos. Para otros estudiosos se trata más bien de un templo primitivo o de un patio ceremonial; en todo caso nos encontramos ante el primer ejemplo de arquitectura no doméstica existente en el Perú y también entre uno de los más antiguos casos de construcción por esfuerzo corporativo.
Las comunidades aldeanas adoptaran ciertas formas de organización que significaron la existencia de una autoridad capaz de tomar decisiones para efectuar obras y acciones de interés colectivo. Alrededor del año 3,000 a.c. el crecimiento de las poblaciones y, consecuentemente, el acrecentamiento de la importancia de los servicios que ellas demandaban, determinó que la separación de las funciones urbanas, que se iniciara en Cerro Paloma, se convirtiera en una característica de los primeros intentos de planeamiento urbano, dando lugar a varios tipos de aldeas.
Finalmente, a mediados del Segundo milenio antes de Cristo, se dan aldeas cuyo planeamiento es bastante más complejo, pues no sólo muestran diferenciación en el uso del suelo, en cuanto a vivienda y servicios públicos se refiere, sino también una estructura urbana basada en barrios, dotados, cada uno de ellos, de sus propios montículos Ceremoniales. Este tipo de asentamiento, que representa un patrón de diseño caracterizado por la complejidad del trazado urbano y la importancia y monumentalidad de las obras públicas, no se encuentra entre los restos poblacionales de la comarca, pero dado que si se le halla en zona cercana a la misma es de suponer que también forma parte de la topología urbanística limeña.
Alrededor del año 2,500 a.c. se produce un hecho de gran importancia para el desarrollo cultural de la Costa Central, el algodón, con cuyo cultivo debió haberse estado experimentando desde años atrás, aparece en muchos sitios de la región como un producto perfectamente integrado a la economía regional, pues se encuentran numerosos restos de tejidos en los que el algodón sustituye a las fibras vegetales que se habían usado hasta entonces.
El uso del algodón para fabricar telas mediante la técnica del entrelazado, anillado y ondulado, es decir haciendo uso de los mismos procedimientos empleados para confeccionar redes, canastas y esteras, puesto que todavía no se había inventado el telar, significó un gran aporte al mejoramiento de los niveles de vida de los horticultores aldeanos del período. Las prendas de vestir y las coberturas de toda clase mejoran notablemente, tanto en calidad coma en apariencia, y su demanda es tanta que, a muy corto plazo, se perfeccionan grandemente las técnicas de elaboración textil, de manera que muy pocos años después de la aparición del algodón se encuentran tejidos muy bien confeccionados y decorados por dibujos geométricos de gran belleza.
En la sierra, la domesticación de las plantas en los Andes se inicia hacia el año 4000 a.c., cuando las plantas como la guayaba, haba, frijol, algodón, ají, maíz y tubérculos como la patata se encuentra cada vez con más frecuencia. En esta etapa, las poblaciones costeras practican la horticultura, la etapa anterior a la agricultura, que ocurrirá cuando estas poblaciones se asienten en los valles aluviales, tierra adentro, en el periodo siguiente. Este proceso se repite en la sierra pero con la domesticación de dos especies de camélidos: la llama y la alpaca.
Sus viviendas eran cuevas y posteriormente habitaciones de piedra unidas con barro y techadas con paja, cuya forma era una mezcla de plataforma o pirámide con placa circular hundida con cuartos y fogones como en Caral y Supe.
En el Formativo inicial (1200 a.C.) en la sierra norte se generan los centros ceremoniales alargados sobre plataformas aterrazadas en las colinas de los cerros, las cuales tenían una plaza cuadrangular hundida.
En los andes septentrionales los centros ceremoniales estaban conformados por dos montículos frente a frente encerrando una gran plaza.
En la Selva los primeros pobladores se dedicaron a la caza, pesca y recolecta, se hallaban ubicados en las cuencas de los ríos Amazonas, Ucayali, Marañón, cada grupo humano contaba con de tres a cinco establecimientos temporales, uno de ellos que era más grande y estaba ubicado al centro de los otros.
En la selva es muy difícil pensar que existió agricultura, pero si se pude establecer que a partir del año 2500 a.C. se han encontrado restos de alfarería temprana en la cuenca del río Chambira y sus siete tributarios, grupos humanos que posteriormente dieron origen a la Cultura Chambira, y que desde el año 2000 a.C. poblaron la cuenca del Ucayali y posteriormente dieron origen a la Cultura Tutishkaino.
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